lunes, 9 de noviembre de 2009

Opinión: El tiempo

“La vida, como algo que hacemos nosotros mismos, no es en sí corta ni larga sino más bien en nuestra preocupación por ella” (Lucio Anneo Séneca)

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Durante mi vida han sido muchas las veces, aunque nunca suficientes, que he charlado con gente interesante, especialmente amigos. Recuerdo una noche en la que compartíamos mantel con Eduard Carbonell, Antropólogo de la sierra burgalesa de Atapuerca. Su presencia, en un principio, nos impedía establecer una conversación plácida y distendida. Sabíamos que estábamos con una persona con conocimientos suficientes sobre el ser humano como para acaparar aquella noche y algunas otras más. Pero fuera por el mor del fuego en la chimenea o por el licor que tomábamos después de la copiosa cena que nos preparó, como siempre, nuestra amiga y anfitriona Milagros, el caso es que Eduard, sin que nadie se hubiera atrevido a preguntarle directamente por sus investigaciones, se puso a charlar y nos ofreció una magistral conferencia sobre la evolución humana. Personalmente no me hubiera atrevido a osar preguntarle por su trabajo en una cena de amigos; fue él quien venció nuestra timidez.

Habló con sencillez. Nos embarcó en su mundo sin apenar darnos cuenta. Nos habló del tiempo. Ese que parece que se nos escapa de las manos cada vez más deprisa. Es cierto, nos decía que el día tiene veinticuatro horas para todo el mundo, pero esto es sólo una forma de medirlo. Al niño, basta con recordar nuestra infancia, las horas se le hacen eternas, mientras que a las personas mayores les desaparecen de las manos a toda velocidad. Cuando tenemos muchas ocupaciones parece que no tenemos tiempo para emprender todas ellas, pero el motivo principal no es el reloj, mecanismo que sólo mide el tiempo según los criterios por los que nos regimos, sino que son las células del cuerpo quienes, cuanto más viejas son, más nos van haciendo intuir esa premura. Las células son las que miden el tiempo real de cada ser humano, aunque a veces intentemos disfrazarlo, sin darnos cuenta, de trabajo, de inquietudes o de pereza en al caso contrario. No porque estemos ociosos pasará más despacio, sino que el aburrimiento nos llevará a pensar que esto es así.

Nos habló también de la igualdad del hombre y la mujer. Es cuestión de “tiempo”, pero de tiempo biológico. Según Eduard, la mujer es más débil porque su constitución corporal está preparada para el parto, el ensanchamiento de sus caderas es, en parte, lo que le lleva a esa debilidad. A medida de que la mujer deje de parir (hay que pensar que ya se efectúan cesáreas y lo que es más importante embarazos in vitro) dejará de ser más débil y la tendencia a la igualdad física se irá imponiendo; esto es lógicamente la evolución que esperan los antropólogos del ser humano. Se lo dicen los huesos hallados en la sierra burgalesa.

El tercer dato, de los que recuerdo, sobre el que nos habló aquella noche, se relacionaba con la velocidad. La fórmula la sabemos, nos decía v = e/t. ¿Pero si resultara que el espacio o el tiempo no fueran como ahora los entendemos? La fórmula, lógicamente, perdería todo su valor. Nos decía que en laboratorio ya se había comprobado que un objeto podía llegar a su destino antes de que partiera de su lugar de reposo. ¿Ciencia ficción? Quizás. El futuro lo desvelará, de momento tenemos internet y los correos que quién saben si no los lee alguien al otro lado del planeta, antes de que hayamos acabado de escribirlos.



2 comentarios:

  1. Gran post Rafa.

    La percepción del tiempo, es uno de los temas más apasionantes que hay. Lo de la evolución humana y la teoría de igualdad hombre y mujer bastante razonable e interesante. En cuanto a la como entendemos el tiempo, creo que si es posible entenderlo de otra manera, pero más por intuición que por comprensión, porque en mi ignorancia hay cosas que se me escapan.
    Un abrazo

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  2. Sabemos muy poco, por eso ha de ser importante saber rodearse de gente que nos saque de nuestras dudas. Es lo que a mí me sucede cuando entro en tu blog y en algun otro de los amigos que te comentan tus post. Un abrazo. ¡Ah, el próximo viernes, si no hay contraorden vamos a Madrid!

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