miércoles, 11 de noviembre de 2009

La peligrosidad de vivir.

A quién acecha más el hálito de la muerte, al escalador a punto de conseguir otro ocho mil o al anciano que lee en su cómodo sillón las noticias del periódico. Todo es un juego. El tiempo para el anciano se está acabando y él lo sabe. Para el alpinista sólo queda la bajada, el abismo, y parece ignorar el peligro, y aunque ésto no sea así lo asume: es su forma de vivir. ¿A quién de los dos le ronda más cerca la muerte? Sin duda al viejo le sopla la muerte en la nunca, por eso buscará en aquellos placeres que aún le quedan su último asidero. Ya no será el de aquella novia que tuvo ya hace muchos años; aún recordará sus ojos, pero preferirá, sin duda, escuchar una música placentera que le suma en una ligera inconsciencia gratificante, o esperará la hora de la comida: aquel guiso que sin duda le está preparando Isabel en la cocina. Y es que vivir encierra peligros.

Cada edad posee sus cartas. El joven tiene en su actividad cotidiana los peligros que la sociedad ha creado. La propia vida hace que se muevan con demasiadas prisas. El propio trabajo lo demanda. Mis hijos no son más que un ejemplo: el chico está hoy en Alemania y mi hija en Portugal, ambos por motivos de trabajo. En unos días regresarán y volverá a empezar la rueda.

No hay entonces actividad más dura que la existencia de cada uno. Con el paso de los años, el deportista irá modificando sus hábitos para lograr alcanzar la meta deseada. Cambiará aquellas largas caminatas para encontrarse a solas con la naturaleza y disfrutar de los amplios valles que le llenaban de placer, por la pausada lectura de unos versos. Quizás se le haya olvidado el perfume de la piel de la joven mujer con la que se casó, al sentir en sus papilas el aroma que le llega desde la cocina.

¿Dónde hemos de buscar para acertar? En ninguna parte, ya dije que era sólo un juego. De la vida alguien opinó que era una excursión hacia la muerte. Pero una excursión tiene sus momentos de felicidad, de encuentros, de amores…Uno debe sentirse vivo. Al igual que el viejo debe agarrarse a la vida con todas sus fuerzas, pues a la vuelta de la esquina puede estar aguardándote aquella piel morena, con la que disfrutabas en tu juventud, en forma de música, de libro, o simplemente de curiosidad.



3 comentarios:

  1. Hola Rafa, muy bucólica, melancólica, nostalgica tu entrada. No sabría definirla. Tiene un regusto agridulce, a ratos ingenuo, otros más cruel, pero en su conjunto todo huele a realidad.
    Cada época tiene su momento. Creo que lo más absurdo es jugar a no ser lo que se es. Los mayores tendemos a la serenidad, a ver los toros desde la barrera, a no jugárnosla porque sabemos que el tiempo corre y si somos sensatos sabremos aprovechar lo que esta edad nos brinda. Eso es todo. Simplemente como dices "uno debe sentirse siempre vivo y agarrarse a la vida con todas sus fuerzas".
    Bella descripción sin duda.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. No se si bucólica, melancolica o nostálgica como dice Katy. La entrada es bella. la calve para mi es acondicionar las ilusiones al momneto en el que estemos. Si somos capaces de mantener la ilusión, siempre encontraremos cosas que nos hagan vibrar y vivir.

    Buen post. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Katy:
    De todo eso que comentas, efectivamente, está compuesta la vida. Sí, hay que sentirse vivo, y nada mejor para ello que rodearse de buenos amigos.Me alegra mucho verte por aquí. Un saludo

    Fernando:
    Sí, en todo ello quizás faltase la ilusión; sin ella es dificil continuar.
    Espero poder ir el sábado al teatro, pues es el cunpleaños de mi hermana. Nosotros iremos el viérnes. Trataré de ir aunque sea al final de la obra. Un abrazo

    ResponderEliminar