A Ricardo aquella mujer le gustaba mucho, le gustaba tanto que casi le asustaba, quizás porque había perdido la costumbre de amar, porque era muy probable que lo echase todo a perder. Esa inseguridad también vivía con Silvia, pero la disimulaba mejor. No había estado con un hombre desde hacía tiempo…demasiado se decía a menudo, y aunque su vida hubiese sido más abierta al amor no por ello podía disimular la zozobra.
-Podemos -dijo él… y dejó de hablar mientras le miraba a los ojos.
- Vale, como quieras –contestó la mujer sin saber muy bien el qué.
-Podríamos ir a mi casa –se atrevió a proponer él.
- O a la mía.
- ¡Eso, a la tuya!.
- ¡Uf, no! Mi hija llega tarde, pero llega.
Bebieron la primera copa muy deprisa, con el escaso hielo que Ricardo no había derramado sobre la alfombra. Él fijaba su mirada en los labios de aquella mujer. Alzó la vista hasta encontrarse con los ojos de ella, y pensó en voz alta: “Este instante pasará enseguida y volveremos a hablar de nuestro trabajo, de nuestras cosas, luego nos despediremos, y mañana retornaremos a nuestras vidas. Iremos envejeciendo. Pero este instante nos pertenece y no se volverá a repetir. En estos momentos no somos ni jóvenes ni viejos, pues en este preciso segundo nuestro pasado no existe ni nos debemos a nuestro futuro: ahora sólo está el instante”, y se inclinó hacia Silvia y le besó aquellos labios apetecibles con un gesto sencillo. Sus bocas volvieron a encontrar aquel sabor a cerezas ya casi olvidado. Se besaron en silencio, durante varios minutos, alargando el después.
Dos almas gemelas que se encuentran aunque fuese por un instante, alargando el después como dices. Bello.
ResponderEliminarun abrazo
Hola Fernando: es que a veces los instantes, como los pequeños detalles, son lo más importante. Un abrazo
ResponderEliminarHe venido a ver tu respuesta y ¡oh cielos que horror! no está ni mi comentario:(
ResponderEliminarNo me acuerdo lo que puse pero si que me acuerdo que mencioné la foto.
Un instante mágico puede ser una eternidad. Y luego que nos quiten lo balado como a tus protagonistas.
Un abrazo
¿Que tal por Madrid?
Hola Katy: sí, un instante puede ser una eternidad: a veces ocurre que en una décima de segundo pasa por tu cabeza casi toda tu vida. En Madrid lo pasamos bien, era el cumple de mi hermana y estuvimos comiendo en el Ondarreta, allí entre la comida(sábado) y luego irnos a tomar unas copas con mis hijos y los sobrinos se nos voló el sábado; y el domingo fue día de recuperación. Además a mi hija le habían llevado una tele nueva y pasamos la mañana prácticamente entre cables, así que a pocos sitios fuimos, por lo demás muy bien ya que lo importante era estar juntos. Un abrazo
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