martes, 28 de febrero de 2012

Pequeños Relatos Eróticos : ( 14) Sesión fotográfica

¿Quién era esa chica que aparecía en la nueva carpeta que Guillermo acababa de abrir en el ordenador?

Guillermo era fotógrafo. Se dedicaba a la publicidad. La mayoría de las modelos del país habían pasado por sus manos… quiero decir que habían pasado por el objetivo de su cámara. Algunas, las menos, también por su cama, es justo decirlo. Era parte de su trabajo, comentaba él a sus amigos. Pero ¿quién era aquella chica a la que había fotografiado aquella misma tarde, junto a la verja del museo? No recordaba; no se trataba de ninguna de las modelos que habían participado en la sesión, aunque realmente bien podía haberlo sido, tal era su belleza. ¿Por qué había dirigido el objetivo hacia aquel rostro angelical? No lo recordaba; ni tampoco a la chica. Comprobó el día y la hora en la referencia de la instantánea: efectivamente aquella tarde del 16 de marzo, a las diecinueve y trece minutos; en plena sesión con las chicas, cuando el sol declinaba y la luz era más tenue le gustaba disparar la cámara. No lo dudó: las convocó de nuevo para repetir la sesión en el mismo lugar, alegando un fallo en su trabajo. Sabía que aquello le costaría dinero pero esperaba volver a ver a aquella mujer de la fotografía, si se trataba como imaginaba de alguien a la que la gustaba ver esos pases de moda en la calle. No se equivocó, la mujer volvió a aparecer, pero estaba vez su objetivo estaba preparado. A las modelos empezó a extrañarles que Guillermo apenas las hiciese posar esa tarde; éste sin embargo no paró de hacer fotografías.

Se acercó a ella mientras daba instrucciones a su ayudante indicándole que la sesión había terminado. Era morena, con el pelo más negro, sedoso y brillante que nunca había visto. Su rostro era oriental, con una mezcla extraña en sus rasgos. De ojos oscuros y almendrados, nariz ligeramente aplastada pero perfecta, y de labios sin maquillar pero abultados y sensuales. La gente que había asistido, desde detrás de las vallas protectoras a la sesión fotográfica, se iba marchando, pero no así esa muchacha que miraba fijamente a Guillermo mientras éste se le acercaba. Llevaba una carpeta de color azul que sujetaba contra su pecho. Vestía entera de blanco, desde el cuello hasta los pies semidesnudos. Antes de que el fotógrafo le dirigiese la palabra, ella le preguntó con cara en la que se podía leer cierto enojo:

- ¿Me has estado haciendo fotos?

- Sí –respondió Guillermo.

- ¿Con qué derecho?

- Con el que otorga tu belleza – dijo, para continuar-. Los fotógrafos tenemos permiso de los dioses para acercarnos a las mujeres hermosas e inmortalizarlas; de otra manera se perderían muchas cosas con las que nos gusta compartir nuestras vidas: la belleza de una mujer es una de ellas. Quizás la más importante –dijo para concluir ante la mirada fija de la mujer que ahora parecía sonreír.

- Mucha labia me parece a mí que tienes. ¿Por qué habría de creerte?

A Guillermo le empezaba a gustar aquel tuteo.

- ¿Por mis ojos azules? ¿Quieres ver las fotos? Aquí no, claro. En mi estudio. No creas me interesas y puedo ofrecerte trabajo de modelo.

La chica soltó una carcajada.

- Labia y atrevimiento –dijo mientras sonreía ya con naturalidad-. Porque tus ojos son negros. Pero lo del trabajo puede interesarme, ¡si no se trata de una tomadura de pelo, claro!

-Mujer primero tengo que comprobar cómo das en pantalla, por eso te digo que vengas a ver las fotos.

-Seis, cero, cuatro…, ése es mi teléfono. Si sigues interesado en darme el trabajo, llámame. Mi nombre es Sira.

Guillermo quedó decepcionado, pero no derrotado.

- Te llamaré –vaticinó-.

… tres, siete, nueve. ¿Sira? – preguntó al escuchar la voz de la chica al otro lado del móvil-. Me interesas…profesionalmente –alargó lo de …almente-. Te espero a las siete, y colgó.

Una tras otra las imágenes de Sira iban pasando por la pantalla situada en la pared. Un proyector, colgado del techo, emitía la belleza de la mujer plasmada en magníficas fotografías. Guillermo conocía bien su oficio. Estaban sentados en un cómodo sofá. Sira permanecía atenta a la pantalla. Guillermo miraba el perfil de la chica y como sin querer situó su brazo sobre el hombro de ella. No hubo rechazo, sólo un – te perderás el resto de las fotos-. Ya las he visto –respondió- y me gustan; tu cara ya no es desconocida para mí. ¿De dónde eres, Sira? ¿Te extraña mi rostro? –dijo la chica y ella misma contestó a ambas preguntas-. Soy de aquí, de Barcelona, pero mi madre es de Camboya y mi padre es sirio. Llevaban varios años viviendo en esta ciudad cuando se conocieron. Estudio en la Universidad, diseño e imagen, por eso estaba en el lugar que me conociste; me interesa mucho este mundo.

El proyector seguía lanzando las imágenes de Sira, pero la chica tampoco las miraba ya. Se buscaron los labios. Los dedos de él se sumergieron en la sedosa cabellera de ella. Las manos de Sira empezaron a acariciar el rostro sin afeitar de Guillermo mientras éste comenzaba a deslizar sus manos, con habilidad, bajo la blusa de la muchacha. Permanecieron así unos momentos, unidos, en silencio. Ya no había imágenes sobre la pantalla, sólo la luz de la bombilla del proyector acariciaba el lienzo blanco.

Se habían puesto de pie y la pantalla mostraba sus siluetas desnudas en blanco y negro, como sombras chinescas.

6 comentarios:

  1. Esata si que si es erótica a más no poder. Un poco lanzada Sira, porque pronto se le paso el enfado. No buscaba trabajo si no más bien compañía:-) Muy amena
    ¿Como terminaría la historia?
    Un abrazo.

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  2. Hola Katy: Si escuchas a los jóvenes de hoy parece que Siras y Guillermos debe haber muchos, aunque quizás también haya mucho de habladuría. La historia no sé como terminaría, a ver si se me ocurre algo, ja,ja. Un abrazo

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  3. La verdad es que creo que se fotografiaron mutuamente. La foto era una excusa. Sigue sigue con la historia je je.
    Un abrazo

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  4. Hola Fernando: mira que sois, me hacéis cavilar más de la cuenta, ja,ja. Ya veremos, ya veremos.Un abrazo

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  5. Muy bueno Rafa eso si, no estoy de acuerdo en continuar, hay historias, que no tienen por que tener un final,o simplemente continuar, hay veces que hay que dejarlas, para que vuelen en la imaginación de los demás. Incluso hay historias, que si sigues con ellas se convierten en realidad y eso puede destruir los sueños y la fantasía. Un abrazo

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  6. Hola Nico: tú si que sabes. El otro día en una peli, no recuerdo cuál, una pareja lo estaba pasando mal, y el chico le dice a ella: no te preocupes cariño que al final todo se arreglará, y si no se arregla es que aún no ha llegado el final. Un abrazo, Nico.

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