jueves, 18 de marzo de 2010

En el refugio de los sueños: Recuerdos de la niñez(1)

Era un ruido inconfundible. Sobre las dos de la tarde se abrían las ventanas de las cocinas que daban sobre la estación de autobuses (desde aquella época la están retirando de allí y aún sigue en pié), y las madres sacaban con orgullo, al poyo de las ventanas, la olla exprés; algunas, decía la publicidad de la época: “jamás puede explotar”. Sin duda así era, pero el artilugio había que enseñarlo a los vecinos que para eso se había hecho en casa el dispendio, la posible explosión no era más que una argucia. Y es que en aquellos años el “qué dirán” significaba mucho para las familias. Nosotros, claro, no íbamos a ser menos, y la olla hacía acto de presencia en la ventana los días que había cocido o berza, que eran los más. Había que presumir, qué carajo. Con el tiempo, y a la vista que no estallaba, y coincidiendo con que toda la vecindad preparaba cocidos o berzas, el artilugio fue perdiendo el privilegio de ser exhibido y permaneció ya por los siglos de los siglos en el lugar de donde no debió salir nunca, el fogón de la cocina económica. Cocina, que como contaré algún día, engullía todos aquellos enseres, inservibles para mi madre, y que nos proporcionaban calor en invierno. La verdad es que yo no recuerdo haber pasado frío por aquellos años. Sería la edad, supongo. Pero a lo que iba. Mi madre retiraba la olla, también llamada a presión, de la chapa y quitaba “el peso” de la espita situada en el centro de la tapadera de la olla. El silbante ruido llenaba toda la cocina. En ese momento mi hermano y yo inventábamos, todos los días, el más maravilloso juego para unos chicos que el ser humano haya sido capaz. Colocábamos una pelota de pin-pon en el surtidor de vapor; la pelota ascendía y descendía por él en un equilibrio fascinante a nuestros ojos, y desde la distancia, con un tirachinas, artilugio fabricado con un alambre y una goma elástica, tratábamos de acertar a la pelotita; y hasta lo conseguimos en alguna ocasión. Me parece estar viéndolo aún. Los chicos de hoy en día se divierten de otra forma. En fin supongo que cada época tiene sus cosas. Aunque, qué coño, me asusta esa frase lapidaria que empieza por.... “en mi época”; la época de cada mortal es aquella que le ha tocado vivir a cada cual, no sólo un período de años, sino todos ellos; que el tiempo no es mayor o menor en sí mismo pues depende del uso que hagamos de él.



4 comentarios:

  1. Hola Rafa original y divertido vuestro juego. Ciertamente cada época es aquella que a uno le ha tocado vivir. Y los recuerdo engañan. Seguro que pasaste frío, que alguna vez no te gustaron las berzas, y que el juego os pareció
    un rollo. Lo que ocurre es que los recuerdos la ninez se guardan como un tesoro en el alma.
    Muy bien escrito y con sentido del humor.
    Un abrazo y buen día del padre (también es de antes...)

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  2. Hola Rafa:

    Eso es lo que yo llamo creatividad. ¿con qué poco los niños se pueden divertir, verdad?. Por otro lado me imagino a los vecinos y las ollas en lugar de macetas de geranios y me da la risa. Como dice Katy, seguro que hubo días malos, pero esos se van borrando de l memoria con bastante facilidad.
    Un abrazo

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  3. Hola Katy:
    Dice Serrat en una de sus canciones que los recuerdos tienen sabor a mentiras. Es posible que sólo nos quedemos con lo mejor de ellos.
    Gracias por tus comentarios y ánimos. Un abrazo

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  4. Hola Fernando:
    Sí, regálale a un niño una caja de cartón con un juguete dentro y acabará jugando con la caja, seguro; y es que la creatividad vive con nosotros, lo difícil es encontrarla.
    La niñez, al menos la de la mayoría de los niños, siempre es divertida.
    Un abrazo

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