domingo, 6 de diciembre de 2009

En el refugio de los sueños: Bédar

Bédar(Almería)

Esta mañana coincidí con un amigo al que hacía mucho tiempo no veía. Llovía y entramos a un bar a tomar un vino que al final se convirtieron por mor del tiempo que hacía en el exterior en cuatro o cinco. Y ya se sabe cuando se está en agradable compañía suelen afloran recuerdos. Le comenté, entre otros asuntos más domésticos, que al final de este verano habíamos estado en Bédar, pueblo de su padre. Se emocionó (supongo que también influyeron los caldos de la ribera del Duero, pues me confesó que apenas había estado un par de veces).

Bédar se encuentra en medio de una fantástica sierra virgen de su mismo nombre. Es un pueblo pequeño, blanco, luminoso, acogedor… y que contiene tantos cuantos adjetivos le queramos poner. Similar en su construcción al turístico Mojacar, pero más puro, más limpio. Desde sus calles empinadas se divisa el mar en la lejanía. Los ojos hasta llegar a posarse en el mediterráneo deben transitar por tierras de apariencia desértica pero de gran valor ecológico e incluso agrícola, pues al tratarse de un valle que comienza en la propia sierra se nota la existencia de humedad.

Allí conocí a Luis, que resultó ser primo carnal del amigo con el que coincidí esta mañana pero sobre el que yo en aquel momento, lógicamente, desconocía tal parentesco. Fue la charla la que me llevó a desvelar aquella casualidad. Luis, personaje gracioso donde los haya, me contó una historia que nos hizo reír una buena parte de aquella tarde y de aquella noche y que de forma somera relato:

“Soy periodista, me dijo. Trabajo en La Vanguardia de Barcelona, y me envió mi redactor jefe, aprovechando que soy de aquí, para que investigara cierto rumor que había llegado al periódico. Los vecinos de Bédar siempre han comentado que en su pueblo existen ciertas corrientes “magnéticas” que hacen que durante las noches sucedan cosas extrañas. Se dice que de hecho hay una mujer que camina por las calles del pueblo durante las horas nocturnas para comprobar estos fenómenos. Los lugareños, desde siempre, han comentado que se debe a las corrientes de viento que suben desde el mar atravesando el valle. Yo soy bastante miedoso (todo esto lo comentaba Luis con ese deje andaluz que tan graciosos les hace), pero el hecho de venir a mi pueblo unos días, prácticamente con vacaciones pagadas, me sedujo. Y aquí me vine. Durante el día preguntaba a los vecinos y ellos me ponían al corriente. Una noche, sobre las tres o las cuatro de la mañana, me desperté sobresaltado al escuchar unos extraños ruidos por la calle donde está mi casa. El sonido desapareció y volvió a los pocos minutos. Yo, lo juro, estaba asustado y me escondía debajo de las sábanas para no escucharlo. Pero el rumor, como de cadenas arrastradas regresaba con una periocidad pasmosa. Agudizaba el oído y estaba claro que eran ruidos de cadenas al ser frotadas sobre las piedras de las calles. Pasé una noche horrible. Asustado fui incapaz de levantarme y salir a investigar, que para eso me había enviado allí. La noche transcurrió entre sobresaltos. Tempranos me levanté cuando ya los ruidos habían cesado. Fui al bar a desayunar, como todos los días, y comenté lo sucedido. Los parroquianos se morían de risa. Resulta que se había escapado “la benita”, una cabra de un vecino. Había arrancado el clavo con que su propietario la sujetaba con una cadena al suelo y se había pasado toda la jodida noche deambulando por las calles del pueblo”.



4 comentarios:

  1. Hola Rafa, estar con los amigos siempre es una buena noticia pero el relato es genial. Me imagino la nochecita del pobre hombre, (yo desde luego me muero de miedo) y las risas de los vecinos al día siguiente al contarles su relato. Divertidísimo.
    Un abrazo y feliz puente, que aún queda.

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  2. Hola rafa:

    Esto demuestra que la vida está llena de historias fantásticas esperando a salir. gracias por dejárnosla.

    pd - la escena debió ser de traca.

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  3. Hola Katy: la verdad es que lo pasamos bien aquella noche escuchando la historia y el otro día recordándola. Un abrazo

    Hola Fernando: tienes razón la vida está llena de historias, la mitad de ellas no hace falta ni inventarlas. Feliz regreso. Un abrazo

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  4. Me he conectado un ratito y no quiero irme sin dejarte mi abrazo y deseos de un inmejorable año para ti y los tuyos, junto con mi amistad.
    Un abrazo Rafa

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