Me apetecía un
día de lluvia para salir a dar un paseo. No importaba hacia adónde ir; lo que me atraía era respirar la humedad del
aire que se pegaba a mi rostro desde el mismo momento en que pisé la acera de
la calle. Porque si algo me gusta es esa sensación placentera, es como vivir al
aire. Disfruto sólo con ver mi cuerpo cruzándose con otros aunque no nos
miremos. Saboreo ese ir y venir de la gente envuelta en sus gabardinas y
chubasqueros con la cabeza humillada o bajo la protección de los coloridos
paraguas: hasta en estas telas festivas se nota la vida.
Mirar
escaparates; como no. En ellos se puede resumir de qué va el momento en que se
vive. Los escaparates nos dan cuenta o más bien nos incitan a viajar en una
determinada dirección. Nos marcan la moda, pero es curioso: se adelantan a la
vida. Por eso, quizás, me sorprenden
gratamente. Sí, porque aún es invierno: con lluvia o nieve y siempre con frío,
y tras las vitrinas ya lucen los
primeros trajes primaverales. La luz les inunda de alegres colores y hasta, en
ocasiones, parecen proporcionarte un ligero escalofrío por la ligereza de ropa
con que visten a los maniquís. Entonces me acuerdo de esos pechos tuyos que me
aguardarán a mi regreso; de ese poder echarme en tu regazo y despeinarme, si no
lo consigue el aire libre que me envuelve.
En ciudades
pequeñas siempre te cruzas con una cara
amable y conocida. A mí me gusta encontrarme con viejos camaradas, charlar
tomándote un café o “conversando” (de mi amigo Fernando Fdez.Lpz.) unas
cervezas. Salir al aire, salir.
Y qué no decir de la propia naturaleza.
Mirar a los árboles, sonreírles tras darles las gracias por su cobijo, su
sombra, la música que desprenden las hojas y las ramas al vaivén del viento. También me gusta, a pesar del acostumbrado ruido
que emite, contemplar el tráfico: llena
de color la ciudad ahora gris por la lluvia.
Me gusta salir
de casa, para saber lo bien que se está
en ella. Evadirme aunque sólo de tarde en tarde. Sentirme libre azotado por la
lluvia. Salir al aire libre, al aire.
(P.D. Basado en un poema de Blas de Otero)
Es que salir al aire es salir a la vida rafa. Un abrazo y gracias por la mención. Me ha gustado mucho y lo de los escaparates, genial¡¡¡¡
ResponderEliminarHola Fernando: bueno, no hubo más que seguir el poema que me encandiló en mi primera juventud (voy por la tercera). Me agrada que te haya gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarSalir de casa para saber lo bien que se está en ella. Me gusta.
ResponderEliminarPero como dices la naturaleza solo se puede admirar y disfrutar de ella fuera, por muchas macetas que tengamos. Ver, observar, conocer, respirar.
Un abrazo y que tengas un feliz finde
Hola Katy: sí, hay que respirar, por eso quizás nos guste ir tanto al pueblo (y eso que ahora que no me oyen es bastante feo). La naturaleza está allí en forma de colores; los que vivimos por estos lares tenemos la enorme suerte de disfrutar de las cuatro estaciones con sus cambios de tonalidades: el campo es cada día distinto, puedes creerlo. Un abrazo
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