sábado, 28 de mayo de 2011

En el refugio de los sueños: Cheyenne 3

Hoy, me he muerto. Lo sé porque ya no me duelen las patas al saltar… y por la niebla.

Me llevaron Ico y Usi, que así se llaman mis amigos (entre ellos se dicen ¡¿Ilu?!), ante un señor muy amable con bata blanca o azul o verde … no recuerdo bien, mi vista ya no es del todo buena. Me miró y enseguida me quitó los dolores que llevaba. Debí quedarme dormida. Supongo que a los humanos cuando les sucede lo que a mí y sienten tantos dolores como los que yo tenía, también les harán lo mismo, o debieran.

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Cuando desperté sólo veía niebla; podía olerla. Estaba sentada sobre una nube de algodón, o eso me pareció. Miré hacia abajo, pero todo era bruma. Entonces pensé: ellos no me harían daño, por qué dudaba entonces en dar el salto para anubizar. Salté y mis patas delanteras se detuvieron enseguida o mejor dicho, algo las detuvo. ¿Algo o don?, no sé, el idioma de ellos nunca logré entenderlo bien, a pesar de mi larga estancia. Siempre me he preguntado: ¡Con lo fácil que es decir, guau! La única dificultad estriba en darle un sonido alegre o triste de queja, diferente para pedir comida(dos o tres guaus seguidos), otro guau para salir a la calle, pero ahí se queda todo. Fácil.

Como decía, al despertar me encontré entre un mar de nubes; tras saltar fui errando sin saber muy hacia dónde iba. La niebla me rodeaba; olía a lluvia recién caída sobre la hierba, por la que tantas veces retocé. Me pareció que al fondo mis pequeños ojos veían una luz o al menos el puré que me envolvía se hacía menos espeso. Al fin todo se iluminó y me encontré en un inmenso prado verde por el que corrían pequeños hilos de agua. A mis picudas orejas llegaron sonidos muy conocidos: eran guas alegres que sonaban en todas las direcciones. Mi vista y mi oído son otra vez tan finos y agudos como lo eran antes. Seguí caminando y sin darme apenas cuenta me vi rodeada de cientos de amigos ladrando alegremente. Estuve con algunos familiares, a los que hacía tiempo que no veía.

Pero lo más sorprendente fue que entre ellos se destacaba la figura imponente de un chucho al que enseguida reconocí. Me miraba con alegría, recordándome. Ya sólo tenía ojos para él; fue como si los demás amigos que me querían abrazar con sus patas delanteras, dándome la bienvenida, no existiesen. El mundo…, bueno el paraíso en donde ahora estoy, se detuvo. Era él sin duda. Él parecía decir: es ella. Aún no habéis caído: ¡Era Ito!, el amigo aquél con el que me escapé… no tengo memoria del lugar donde sucedió, me llevasteis a tantos lugares diferentes, hasta me obligasteis a bañarme en el mar, en cierta ocasión, contra mi voluntad. Recuerdo, eso sí, que era un campo amarillo y muy grande. Nos fuimos de excursión: ¡A conocer mundo! –decía Ito con sus guaguas llenos de alegría, mientras saltaba loco de contento a mí alrededor-. Creo que fue la única vez que Usi se enfadó conmigo y me parece recordar que hasta me pegó. Debió asustarse por mi huída. Más tarde Ico también me riñó, creo que hasta llegué a intentar morderle. Yo no entendía el porqué. Me había enamorado del más guapo, del más valiente, del más audaz, del más… Perdonad si os molesté, pero el amor ya sabéis no entiende ciertas cosas. Creo que siempre fui un perro fiel, pero, eso sí, a veces un poco inoportuno.

Aquí soy feliz, pero os echo de menos. Gracias por dejarme compartir vuestras vidas, ya sé que para vosotros, especialmente para ti Ico que te conocí antes que a Usi, fue un placer vivir conmigo. No tenéis nada que agradecerme, lo hice por cariño hacia vosotros. Gracias también por traer a nuestra casa a la larguirucha; nunca encontré más muestras de cariño que en esa chica. Creo que el amor habita en ella. ¡Ah, antes de que se me olvide!, gracias, Ico, por confiar en mí cuando me dejabas que cuidara de tu familia y de tus amigos, aquellos días que os ibais de excursión vosotros también. Creo que lo hice bien, al menos que yo sepa ninguno se quejó.

No me olvidéis. Sólo mientras recordéis que me llamo E; bueno a veces cuando Ico se enfadaba conmigo mordiéndose el dedo parecía repetir mi nombre E…E alargando esta última letra, sólo cuando olvidéis mi nombre ya no estaré con vosotros. Un guau lleno de felicidad.

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