-Sí, ¿dígame?
-¡Hola, soy Ángela!
-¿...Quién?
-¡Ángela, tu cuñada!
-¿...Mi, qué?
-¡Tu cuñada, la hermana de Roberto!
-¡Ah, Roberto!...Sí.
-Leo, él me ha dado tu número; ya sé que hace mucho que no nos vemos...
-¿...Eh?
-Bueno, pensándolo bien no nos hemos visto nunca...¡Es broma!¡Es un chiste!
(Silencio)
-Leo, ¿estás ahí?
-Si, sí...creo.
-Te llamaba para ver si podíamos vernos esta tarde. Me parece un disparate que mi hermanito no nos haya presentado todavía, así que podíamos quedar y conocernos antes de mi boda. ¿No te parece?
-No sé qué me parece más disparate: el no conocernos todavía o el quedar así de pronto.
-¡Coño, que salida! Empiezas a gustarme, Leo.
-No, si me parece bien, deberíamos conocernos antes de show.
Se oyó una carcajada al otro lado de la línea. Ángela reía sin reparo alguno.
-Sí, va a ser todo un show, te lo aseguro. ¿Te parece bien entonces que nos vemos hoy mismo? Quiero celebrar mi despedida de soltera; hace casi cincuenta años que estoy esperándola...bueno sin el casi.
Ahora era Leonor quien reía.
-Tú también empiezas a caerme bien; tu hermano me había puesto en guardia.
-Mi hermano es como todos los hombres: vanidoso e idiota. Vanidoso porque a todos los hombres les han hecho así. Lo de idiota lo ha conseguido el solito, sin ningún esfuerzo; pero le quiero mucho, te lo aseguro.
-No me cabe duda, tu hermano se deja querer. Vale, pues quedamos. Pero me va a resultan un poco incómodo ir con tus amigas, a las que lógicamente no conozco, a tu despedida.
-¡No, si yo tampoco las conozco! Tú y yo solas.
-¡La hostia!, con perdón.Eso es lo que Roberto dice de ti con frecuencia.
-No lo creía tan católico -y Ángela soltó otra carcajada-. A propósito, Leo, noto en tu voz un acento extraño: ?no eres española?
-Sí, ahora soy española, pero nací en Argentina, por mucho que lo intento no logro hacerlo desaparecer.
-A la noche me lo cuentas. ¿Quedamos sobre las ocho en El Patillas?
-¿...Dónde?
-¡Lo dicho: mi hermano es idiota! ¿Nunca te ha llevado al Patillas? Ya te voy a buscar a tu video-club sobre esa hora. ¿Vale?
-Vale.
-Hemos tenido suerte, aquí es difícil encontrar dónde sentarse; además los jueves se pone de bote en bote -comentó Ángela al oído de Leonor-. Este lugar es como una pequeña catedral del cante.
-Sí, pequeño si que es -indicó Leonor mientras recorría con la vista el local.
-Pequeño, pero con duende. Ya verás, si tenemos fortuna pueden dejarse ver por aquí la flor y nata de la bohemia de la ciudad. Gente muy, pero que muy interesante. Mientras tanto ¡dale a la cerveza, cuñada, que la vida es breve!
-¿No está todo demasiado sucio? -preguntó Leonor.
-Es parte de la magia del local. Mira a tu alrededor, Leonor. ¡Coño me ha salido un pareado! -exclamó Ángela levantando la botella de Mahou y echándose a reír-. Te imaginas este local sin los carteles taurinos, sin las fotografías de artistas de todas las épocas, que han pasado por aquí no lo dudes -aclaró a la boquiabierta Leonor-, sin las citas de las paredes, y sin la mugre. Es su magia, Leo, no te equivoques. Siempre se ha dicho que "Sanidad" ha tratado en más de una ocasión de cerrar el local, pero no ha podido con este santuario. Mira las guitarras que se columpian en el techo. La gente viene y expresa sus sentimientos con ellas. En este espacio, créeme, se han grabado discos, se han celebrado despedidas de solteros, ¡joder, como la nuestra!, y hasta yo misma he asistido a una boda con su novia vestida de blanco y todo. Por ahí, por algún rincón, estará la foto.
-No se puede negar que te gusta este lugar, lo veo en tus ojos -dijo Leonor.
-Sí, hacía tiempo que no venía, pero hace años rara era la semana que no me daba una vuelta por quí.¡Mira, mira Leo, quien entra: el señor mayor, el del sombrero y pañuelo rojo al cuello! Todo un superviviente del Patillas. ¡Cómo canta los tangos, querida!, y éste no falla. Ya verás que pronto se arranca; en cuanto alguien se atreva con la guitarra. Por cierto, ¿le digo a Baldomero que como eres argentina te gustaría acompañar al tanguista?
-¡Estás loca!, y ¿quién es Baldomero, si puede saberse?
-Pues quien iba a ser, el dueño del local; bueno es también el tabernero, el chico de los recados, el que limpia, friega y barre; toda una institución. No te has fijado en las patillas que porta el hombre. El local era de su padre, el auténtico "Patillas", una celebridad en la ciudad.
-Comprendo, pero ni se te ocurra hacerme cantar. Por dios, que vergüenza.
La noche fue transcurriendo. Las cervezas fueron cayendo lentas pero sin pausa. Ángela y Leonor saborearon cada minuto con avidez, mientras una risa "floja" se iba instalando en sus cuerpos. No fueron pocos los ojos que se posaron en las dos mujeres aquella noche, pero ellas se sentían a gusto con su sola compañía.
-¿Cómo crees que la tendrá aquel del jersey rojo, cómo mi futuro? Se lo podría preguntar, más que nada para salir de dudas antes del enlace.
Leonor reía mirándo al techo.
Compartieron vivencias y sentimientos. La amistad se fue adueñando de las dos mujeres; la fueron saboreando poco a poco. Ya entrada la noche, cerraron El Patillas ante un somnoliento Baldomero.
-Adiós Leo, -dijo Ángela-. Hasta el sábado, hasta mi boda.
-Adiós, Ángela, ha sido un placer conocerte.
Ángela se acercó a Leonor y la besó en los labios. Leonor quedó sorprendida pero no le disgustó aquella forma de despedirse. Optó por devolver aquel beso pues pensó que no la correspondía
La historia se va haciendo más intersante rafa.
ResponderEliminarUn abrazo
Me hubiera gustado mucho despedirme de "El patillas".
ResponderEliminarSigue escribiendo quiero ir a las bodas.
BESOS.