lunes, 3 de junio de 2013

En el refugio de los sueños: EL BALCÓN (18)

        Los pensamientos de Suzzane, a solas  con su pequeño, vagaban por otros derroteros. Había que hacer mucha labor en aquella casa, pero estaba agradecida a Madame Eugénie-Desirée por darle aquel trabajo que tanto necesitaba. La vida en París no era fácil para la gente humilde, y más si se tenía un hijo de corta edad al que atender; pero Suzzane estaba decidida a salir adelante, y aquel trabajo podría ayudarle. Mientras  ésto pensaba, recorría con la mirada las estancias de la casa de Manet. Su sensibilidad femenina le hacía fijarse en algunos de los cuadros, retratos la mayoría, que colgaban en las paredes. Reconoció a la madre de Manet, que guardaba lugar preferente en el salón de la casa. Bodegones llenos de cromatismo y motivos florales con búcaros de cristal en los que Manet había logrado la transparencia del vidrio con una sabia combinación de colores, los cuales se podían identificar uno a uno, y que en conjunto lograban lo que el  pintor había pretendido. En una habitación anexa al saloncito disfrutó de la visión de un lienzo que mostraba a un muchacho con un perro. El mozalbete, de edad aproximada a la de su hijo León,  aparecía sonriente rascando la lanuda cabeza del can mientras el perro hurgaba en un escriño. El ambiente del cuadro era natural pero la destreza del pintor lo había logrado sin apenas sugerirlo.
        -Quizá algún día el señor Manet pinte también a mi hijo – pensó Suzzane.


 
        Al acercarse al taller, Manet observó que, a través de los cristales de uno de los ventanales que daban a la calle, se veía luz en el interior.
        -No puedo creer que Jean esté trabajando a estas horas -comentó en voz baja.
        Jean estaba pintando vestido con su bata gris, pulcra como si fuera la primera vez que la usara, lo cual no comprendía Edouard pues él era un desastre trabajando; su pintura discurría con la misma intensidad dentro de los lienzos que fuera de ellos. Todo cuanto tocaba o se hallaba a su alrededor no se libraba de ser goteado, manchado. No era el caso de su amigo a quien el orden y la limpieza le parecían una de esas cosas sin las cuales es imposible vivir. Edouard, lógicamente, discrepaba. Para él lo importante eran los resultados; no daba mayor importancia a los detalles.
        -Buenos días, Jean. Tan temprano y ya trabajando. Me decepcionas. Creí que para la aristocracia el trabajo era tabú, y más a estas horas.
        -Bonjour, Edouard. Me levanté inspirado esta mañana. Estoy pintando a Jenny; o intentándolo.
       -¡Ah, es Jenny¡  -exclamó irónico Edouard.
        -Pero que bastardo eres, Edouard. Si no te conociera...
         -Lo dicho: la aristocracia ahora se levanta pronto, trabaja y hasta emite improperios. Esto ya no es lo que era. ¡La revolución ha triunfado!
       -No digas más tonterías, acércate y ven a darme tus sabios consejos de maestro  -ironizó a su vez Jean.
        -Necesitas a la modelo, Jean. ¿Dónde está Jenny? Su presencia es vital. Así, de memoria, la estás pintando muy deprisa.
        -Tú la miras muy deprisa -protestó Jean, ligeramente molesto con su amigo-.
        -Estaba muy cansada; ayer acabó tarde de tocar en el Guerbois. Se ha quedado en casa, vendrá dentro de un rato.
        -Tienes razón, discúlpame, pero me alegra cuando os veo juntos. Posees lo que a mí me falta. Aunque puede que esté cambiando mi suerte. Hoy he conocido a una muchacha, Suzzane. Ha entrado a mi servicio, y me gusta. No he dejado de pensar en ella en toda la mañana.
        -Conozco esa mirada -dijo riendo Jean-. Pero, ¿por qué dices que te falta el amor? ¿Acaso no estás enamorado de Victorine?, o ¿son sólo apreciaciones mías?
        -Trabaja, Jean, trabaja  -dijo Edouard mientras iba hacia el fondo del taller a buscar su bata gris llena de pintura.
(Continuará 18)


4 comentarios:

  1. Tu la miras muy deprisa....Fantástica frase que es toda una reflexion. me gustan las conversaciones entre Jean y Edouard. Tienen mucha miga.

    un abrazo

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  2. Hola Fernando: sí, en pintura, sobre todo, hay que mirar despacio, y si es abstracción ni te cuento. Vamos devolver al pintor con ese pequeño esfuerzo parte de su trabajo, de su talento, de su creatividad. Al menos así lo creo. Me gustas que continúes leyendo esta historia. Un abrazo.

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  3. Me imaginaba que esta nueva "intrusa en la vida de Edouard iba a traer cola. De momento le trae inquieto. Me acabo de conectar en casa de la vecina y me he pasado. No quiero quedarme descolgada:-)
    Un abrazo

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  4. Hola Katy: se agradece tu continuidad a pesar de no estar en tu hogar. Un abrazo

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