viernes, 13 de mayo de 2011

En el refugio de los sueños: Era la gloria vestida de tul...



Me levanté y fui hacia el balcón; me había extrañado aquella potente iluminación del cielo en la noche sin luna. Se trataba de una lejana tormenta que se iba acercando hacia la ciudad. Venía del oeste. Siempre llueve cuando las nubes llegan de esa dirección. Contemplé la ciudad iluminada por las farolas anticontaminación. Al estar por encima de ellas se puede observar al cielo en toda su profundidad; pero esta noche compactas nubes oscuras lo cubren, parecen pesar e ir a descargar de inmediato la lluvia que contienen.

Enrique no aparta su mirada del retrato de aquella chica. Ha de forzar la vista para leer la palabra que figura debajo del nombre: “Actriz”, descubre al fin el chico. Se ha sentido atraído por ella, por su figura, por la fuerza que emana de su rostro. Se enamoró el primer día que vio aquel cartel de tres metros de altura colgado de una de las paredes del teatro y enmarcado por dos balcones con barandas de hierro. Desde entonces se acerca a verla y a hacerla compañía en la distancia con la frecuencia que le dejan sus ocupaciones, que desgraciadamente para él no son muchas. Se sienta en la barandilla del grueso y continuado muro que marca el lecho del río, paralelo en su discurrir al edificio, y no para de mirar a la chica. Algunos paseantes parecen advertirlo y sonríen: Enrique parece ausente, para él nada existe, salvo la enorme fotografía. El color negro de su vestido y las dos máscaras que porta en sus manos contrastan con el rojo del fondo de la fotografía, magníficamente equilibrada en una pose teatral sin duda. Y la cara tan expresiva, con la fuerza de sus ojos y la de la voz que parece querer salir en cualquier momento. Enrique mira y mira el retrato; la chica parece observarlo desde allá arriba.

La tormenta aún lejana sigue dejando caer rayo tras rayo, en un constante devenir de la fuerza de la naturaleza. Pienso que la oportunidad es única y busco mi máquina fotográfica, seguro de captar alguno de aquellos destellos. Espero pacientemente tras colocar el aparato en un trípode y medir la escasa luz que se observa en el horizonte y que cambia constantemente en cada una de las envestidas de los relámpagos. No es fácil captarlos pero algunos, sabedores de mis deseos, se van introduciendo por el objetivo de mi “kónica”. Tiempo habrá de seleccionar las que merezcan la pena. La ventana de la terraza está abierta y una fuerte ráfaga de viento me sorprende, haciendo volar los papeles que se hallaban sobre una pequeña mesa contigua. Mi esposa me apremia a cerrar; teme a las tormentas. No es de extrañar ésta que se aproxima viene cargada de energía.

A Enrique le sorprende la tormenta mirando la fotografía. Las paredes del Teatro Principal están iluminadas hasta la media noche. El cartel de la chica está sujeto en sus cuatro esquinas a los barrotes de los balcones que la enmarcan, pero comienza a moverse tocado por las ráfagas de viento que se van haciendo más y más intensas. Su precioso vestido parece agitarse al compás que marca el vendaval que se va aproximando. Enrique mira con fijeza y sonríe. La chica baila para él. Comienza a llover. La lluvia llega tras el último estallido del trueno. La tormenta está encima de la ciudad. Enrique mira ahora con preocupación. Las rachas de viento son ahora muy fuertes y el cartel parece querer desprenderse de sus amarras. El aguacero, convertido por unos momentos en granizo, se precipita contra el suelo con un ruido ensordecedor. Enrique se protege la cabeza con el portafolios de piel que afortunadamente lleva, y mira a su amada con mayor inquietud a medida que pasan los minutos. Él está empapado pero eso ahora no le importa demasiado. La lluvia resbala por la superficie plastificada del cartel y recorre con avidez el cuerpo de la mujer. A Enrique le parece que una mueca de desconsuelo se ha fijado en la cara de aquella muchacha. No parece sino que la lluvia que resbala por su rostro sea en verdad lágrimas de desconsuelo. Los ojos de la actriz parecen estar diciéndole: “¡Bájame, bájame! Y Enrique se acerca a la pared del edificio. La lluvia a duras penas le permite mirar hacia arriba, pero no se resigna. Encuentra un canalón que asciende hacia el tejado justo por un lateral de la baranda del balcón donde se sitúa la fotografía. Desafiando al fuerte viento logra ir subiendo lentamente y aferrarse a la forja. Alcanza el balcón y trata de deshacer los fuertes nudos que sujetan dos de los anclajes del cartel. La chica desaparece por momentos empujada por el vendaval, pero aún continúa asida a otros dos nudos del balcón próximo. Enrique apoyando la espalda por la parte exterior del balcón en que se encuentra, se ve obligado a dar un salto en el vacío de cerca de dos metros para alcanzar la barandilla del balcón contíguo. La situación es apurada, pero no se lo piensa. Salta y el viento le ayuda a lograr su objetivo. Ya en el interior del segundo balcón desata los dos nudos restantes: su chica está ahora en sus brazos. Se desliza por el canalón y una vez en el piso del paseo observa la cara sonriente de la muchacha. Bajo la lluvia bailaron un vals y salieron corriendo hacia la casa de Enrique.

Al día siguiente los operarios del Ayuntamiento pensaron que la fuerte ventolera de la noche anterior se llevó el cartel de la actriz y enviaron aviso para reponerlo.

6 comentarios:

  1. Genial Rafa, genial y Susana tan guapa como siempre.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Gracias papi. Precioso. Es una mezcla entre "De cartón piedra" y "A la sombra de un león". Me ha encantado.

    ResponderEliminar
  3. Hola Fernando
    Me alegra te haya gustado. Gracias por seguir ahí. La niña se lo merece todo, hasta un poco más de suerte (aunque creo que en otras cosas, las más importantes, ya la tiene). Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Hola ojito.
    Todos los días los zapatos me llevan a ese lateral del Teatro. Te han colocado justo encima de la puerta de entrada de actores. ¿Premonición?. Un beso, hija

    ResponderEliminar
  5. Hola Rafa entre realidad y ficción el cartel está chulo y representativo de Burgos 2016.
    Enrique me suena y Susana más:) Suerte
    Como siempre un placer leerte, aunque sea con tormenta incluída.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Hola Katy: la verdad es que si ha quedado bien. Mi hija está encantada, pero no encuentra días para venir a verlo, como es su intención. Sí, a ver, a ver si hay suerte. Gracias por pasarte; un abrazo

    ResponderEliminar