jueves, 10 de marzo de 2011

En el refugio de los sueños: ¡¡Ir al cine!!

Año mil novecientos cuarenta y dos. En plena ofensiva del ejército alemán sobre territorio soviético, un tren que transporta a un buen número de españoles, refugiados de la guerra civil, en su mayoría niños, se halla detenido en plena estepa rusa (en realidad la magnífica película “Españoles” dirigida e interpretada por Carlos Iglesias está grabada en Suiza). Rodeados por la nieve, con unas imágenes de enorme belleza fotográfica, iniciarán un viaje hacia la salvación en busca sobre todo de alimentos. En la huida, en la que el hambre y el frío se puede palpar en cada escena, surgirá el amor entre los protagonistas: él afiliado al partido comunista y ella perteneciente a la derecha y católica España, que, por motivos que no desvelo (¡¡Ir al cine!!), se encuentra en la misma situación que el resto de los que al final serán sus compañeros de tragedia.

En medio de una escena, ahora mismo no recuerdo cuál, la imagen se apagó y las luces de la sala se encendieron. Las pocas personas que allí nos encontramos nos miramos sorprendidos. En nuestras miradas había un: “ya lo arreglarán”, sin caer inicialmente en la cuenta de que en la cabina de proyección ya no estaba aquel señor rollizo y amable con un pitillo entre los labios que vigilaba la cámara y cambiaba los bombos del film. Este corte hacía años que no lo vivía y me dio por sonreír pues si nadie avisaba estaba claro que nos quedaríamos sin ver el resto de la película. Inconvenientes de los proyectores automáticos actuales.

En el pequeño descanso me puse a recordar en aquellas fantásticas películas que todos los domingos veíamos en el cine del colegio de los hermanos maristas. Primero teníamos que ir a la capilla a rezar el rosario. Las puertas del cole quedaban cerradas y el que no acudiese al rezo no veía la película. Era el precio que había que pagar por asistir cada domingo a lo que por aquel entonces era un espectáculo maravilloso (sigue siéndolo: ¡¡ir al cine!!). En la cámara de proyección siempre estaba el impertérrito hermano Castresana. Creo que en alguna otra historia ya he hablado de él: era el que tocaba el pito en el recreo dando por finalizado el mismo. Pues bien este hermano estaba domingo tras domingo en la sala de proyección, como escribía antes, para aguarnos las películas. Su cometido consistía en colocar un pequeño cartón delante del objetivo de la cámara cada vez que Glenn Ford y una rubia platino iban a iniciar un escarceo amoroso. Cómo era un beso teníamos que imaginárnoslo por aquellos años. El “Castre” siempre acertaba con el momento en el que había que situar el cartoncito, signo evidente de que él sí había visto la película con anterioridad. En ocasiones, recordaba mientras alguien ya había salido de la sala a dar aviso, el corte se prolongaba por la duración del arrumaco y el cartón, calentado por la bombilla de aquellas maravillosas máquinas, prendía fuego y con él se hacía un agujero en la cinta dando al traste, sin duda, al beso. Creo que ahí fue donde se popularizó la frase: “qué labios más ardientes tienes, cariño”.

La película es magnífica, los interpretaciones sobresalientes. El riesgo del productor, a tenor de las escasas personas que puedo constatar semana tras semana que acudimos al cine, enorme; y sin embargo hay gente empeñada, ¡¡bendita gente!!, en que este arte no muera. Menos mal que este año con la superproducción del inefable Santiago Segura (a mí me cae bien como persona) ““Torrente 4””, la filmoteca nacional no tendrá números rojos. Hay que jo…

4 comentarios:

  1. Hola Rafa:

    Me ha gustado mucho por lo que tiene de nostálgico y me ha recordado a Cinema Paradiso, una gran película. Habrás que ver la que coemntas.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Hola inconvenientes de la modernización, todo está automatizado. Eso de que se corte en en medio de la trama fastidia y mucho.
    ültimamente no voy al cine más que con los nietos. A pesar de que el guión promete no me gustan las peli tristes, prefiero un buen libro:)
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Hola Fernando:
    Mientras lo escribía me acordaba de la película que apuntas: era fantástica. A mí la nostalgia siempre me hace sonreír, supongo que será porque los recuerdos que tengo son alegres. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Hola Katy;
    Creo que te equivocas con respecto al cine. La tristeza también forma parte de la vida. El libro siempre estará ahí, esperándote. Claro que es mi opinión. Gracias por seguir al pie del cañón. ¿Estás ya restablecida del todo? Espero que sí. Un abrazo

    ResponderEliminar