martes, 23 de noviembre de 2010

En el refugio de los sueños: La piedra.

El escritor no sabe qué camino seguir. Sus historias pueden hablar de victorias o de fracasos, ser graciosas o simplemente tristes, pueden hablar de soledad, de amor, de dinero, o simplemente de fabulaciones que le vienen a la mente.

El escritor aún no sabe que va a encontrar el amor de la forma más simple. El amor viaja con él; allí a donde vaya encontrará el amor sin apenas darse cuenta. Es como una lotería en la que jugase todos los números.

“Últimos días de abril de mil novecientos setenta y dos, el escritor pasea con su novia por una playa de Málaga, no recuerda si fue en Marbella, en Torremolinos o alguna pequeña cala que por aquellos años de la década de los setenta aún existían.

Se iban a haber casado ese mismo año pero, por esas cosas que a veces tiene el destino o la vida sin más, no pudieron hacerlo hasta el año siguiente: el setenta y tres. Por otro lado eran también años en los que trabajaban muchas personas en las empresas, pues no existía la informatización ni los tecnicismos de ahora, lo cual motivaba que no hubiera manera de hacer cambios en las vacaciones que habían solicitado. Así que como no pudieron casarse se fueron de viaje de novios, nunca mejor dicho, ante la “alegre consternación” de familiares de ambos. ¡Qué tiempos, madre! Era, por otro lado la época de los hippies, y algo debía de pegarse.

A lo que iba, paseaban por la playa y se chocaron con ella: con la piedra…, con la piedra de la foto, que a poco que se observe tenía auténtica forma de corazón, vamos todo un presentimiento. El se agachó, el agua del mar mojó sus rodillas, la cogió del suelo; hubo de apartarla de las que la rodeaban. Pesa le dijo a ella. Su novia la tomó entre sus manos y a poco se le cae. Ya lo creo que pesa. Al menos dos kilos –dijo-. Y, ¿qué hacemos con ella? ¿Te has fijado la forma que tiene? Es un corazón casi perfecto –dijo el chico-. Es cómo si el mar la hubiese ido modelando para nosotros, y ahora nos la entregara. Si es así deberíamos guardarla. ¡Pesa dos kilos o más! No importa –sentenció la chica-, nos la llevaremos a casa.

Fueron pasando los años y la piedra siempre estuvo allí. Lo mismo sujetó una puerta para evitar que las corrientes de aire la cerraran, que se utilizó para adorno de macetas con flores. Durmió muchas noches, años enteros a la intemperie, en la terraza de ambos…casi abandonada; pero allí estuvo, y allí continúa todavía; nunca quisieron desprenderse de ella. Lo sé de buena tinta.”

4 comentarios:

  1. Que tierno, que romático, que bonito.....
    Para que añadir nada más, lo estropearía.
    Ahi queda este bello recuerdo testimonio de corazón a corazón.
    Un abrazo escritor:)

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  2. Bomita historia Rafa: Y es que hay cosas que nos acompañan durante toda nuestra vida.

    Un abrazo

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  3. Hola Katy:
    La piedra está ahora en la casa del pueblo. Supongo que el destino nos irá llevando allí cada vez con más frecuencia.
    Un abrazo

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  4. Hola Fernando:
    Así es, hay cosas que nos acompañan siempre y que a veces han estado contigo sin que nos diéramos cuenta.
    Un abrazo

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