Los miércoles por la tarde son días importantes en casa: vamos al cine. Es ya una costumbre. Todo empezó hace años, el elegir esta fecha semanal, porque fueron las empresas las que calificaron este día como: “día del espectador”, abaratando el precio de la localidad. Creo que lo hicieron porque los miércoles había partidos de fútbol televisados y la asistencia a las salas de proyección era menor. ¿Pudiendo elegir porque pagar más por una entrada?
Así lo venimos haciendo desde hace años, pero no por casualidad también los espectadores del miércoles fueron yendo a la baja, pues aunque el precio era más moderado seguía costando una cantidad importante. En mi localidad unos 6,50 euros.
La crisis debe haber abierto los ojos a las empresas y últimamente han creado días especiales a 2,90 euros. La promoción únicamente duró tres días…¡y los cines se colapsaron! Quizá sea exagerado el adjetivo pero aquella semana los incondicionales no encontramos entrada. La promoción pasó, ahora las entradas de los miércoles las han rebajado a 4 euros, la asistencia si no es masiva si se ha visto aumentada considerablemente. Es pronto para asegurarlo, quizás incida en que en esta fecha la oferta de películas, cara a los óscars, es mayor. Desde mi opinión se debe exclusivamente a la disminución del precio. (Aviso para navegantes: si no sumarais a la entrada el coste de palomitas y coca-colas, cuya permisibilidad de consumo siempre me ha parecido un error, el cine no os saldría tan caro).
La fotografía la tomé, la pasada primavera, en una localidad alicantina, creo que Santa Pola. Se observa que lo que fue un cine está derruido; únicamente queda como mudo testigo de las historias que sin duda se vivieron en su interior a lo largo de muchos años, la fachada principal con esas dos herrumbrosas ventanillas marcando el inexorable paso del tiempo desde su abandono.
Dos ventanillas para una población menor, lo que da idea de la afluencia al cine en otros momentos. Ojalá que estemos volviendo a aquellos años en los que soñábamos con ser aquellos vaqueros que montaban caballos y disparaban al mismo tiempo con pasmosa habilidad. Quién no ha querido sustituir al protagonista de aquella cinta en la que besaba los afrutados labios de la rubia platino. Seguro que más de uno aún recuerda, en su imaginación, claro, el sabor a manzanas verdes de aquellos labios que hizo suyos y que debió sentir Hamphrey Bogart al besar a Ingrid Bergman.
Tantas y tantas cintas y aún nos sigue asombrando, y eso a pesar de que el cine no deja de ser una gran mentira ( al menos eso creo).
Confluyen muchas cosas para que las salas se estén vaciando. No sólo por el precio de la entrada. Una pena, pero no creo que se llegue a los niveles de asistencia de décadas anteriores. Ahora , hay mucha más oferta de ocio y posibilidades. en cualquier caso, el cine sigue siendo mágico.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Fernando. Yo estaba preocupado con el tema pues veía que nos iban a cerrar las pocas salas que quedan en Burgos. Creo que esto es un impulso, aunque sea pequeño. Me alegro que compartas conmigo esta opinión. Mágico es, desde luego; esta es la mentira a la que me refería. Un abrazo.
ResponderEliminarNada es eterno y todo es cambiante. Los recuerdos viven en nuestro interior y con los años descubrimos que igual que las ventanillas de tu maravillosa fotos nosotros estamos igual a pesar del maquillaje. Nostalgias.
ResponderEliminarSi a mis nietos les enseñara esta foto que a mi a y a ti nos dicen mucho dirían, "Una casa vieja"
Estoy un poco hiperrealista, el domingo perdí a mi cuñado y esto hace que vea otra realidad diferente.
Un abrazo
Hola Katy: siento mucho el fallecimiento de un familiar; siempre que se quiere a alguien resulta doloroso. Efectivamente esta foto nos llena de nostalgia porque forma parte de nuestra vida. Gracias por tu apoyo en estos momentos. Un abrazo
ResponderEliminar