sábado, 17 de diciembre de 2011

Cuento de Navidad: El Niño Jesús

Cuando llegan estas fechas próximas a la navidad, en nuestra casa se prepara una pequeña revolución. Mi esposa toca a zafarrancho general y cada miembro de la familia ya sabe lo que ha de buscar. Se trata de encontrar al Niño Jesús que hace unos años, quizás ya media docena, se perdió.

Se trata de una imagen sencilla de unos treinta centímetros que reposaba en un pequeño pesebre hecho de troncos de madera y acostado sobre paja; vamos lo normal para un Niño Jesús. Llegadas estas fiestas quedaba instalado, en el vestíbulo de entrada, en el mueble auxiliar que otrora sirvió de acomodo al teléfono fijo de nuestra casa. ¿Recuerdan?: aquellos aparatos de baquelita que tenían los números en una esfera y que cuando sonaba todos sabíamos que se trataba del teléfono, y que nadie preguntaba a gritos y con fieros aspavientos: ¡quién ha visto mi móvil!

Mi esposa lo colocaba sobre un paño inmaculado y repleto de encajes. El pesebre con el recién nacido era rodeado de adornos navideños al uso. Allí pasaba aquellos días de finales de diciembre y de primeros de año, sonriendo a todos los miembros de la casa y a cuantos nos visitaban aquellos días. Raro era quien al cruzar la puerta de entrada no se quedaba prendado del candor de aquel niño.

Cuando acababan las fiestas, cada siete de enero, la imagen era envuelta en el papel de seda en el que había dormido todo un año y guardado en el armario de nuestro dormitorio.

Pero, ¡héte aquí! que hace seis o siete años (quizás más, que el tiempo vuela), por estos días tan señalados, el Niño Jesús no estaba en el lugar que le correspondía. Mi esposa debió volverse loca buscándolo, pero por más que sacó toda la ropa del armario, abrió y limpió cajones, no pudo encontrarlo. Simplemente se había esfumado. Lógicamente revolvimos de arriba abajo toda la casa, que es lo que venimos haciendo año tras año desde entonces, cada vez con menos esperanzas de encontrarlo he de confesar. No hemos tenido en estos años ningún traslado, sí alguna obra que nos ha obligado a mover muebles de sitio, pero fuera de eso resulta inexplicable el hecho en sí. Un misterio más del “Misterio”.

Yo, medio en broma, suelo comentar, y mi esposa se cabrea, que a lo mejor no le caíamos en gracia y se marchó con alguno de los amigos o familiares que nos visitan, eso sí con cuna y todo.

¡¡¡ FELIZ NAVIDAD ¡!!

2 comentarios:

  1. Pues habrá que buscar con esmero, que el Niño Jesús no se va así como así salvo que le hayas hecho alguna perrería. Un abrazo y felices fiestas para toda la familia.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Hola Fernando: no, sí ya buscamos, ya; pero amigo se ha esfumado. Felices fiestas y que te diviertas. Un abrazo

    ResponderEliminar