viernes, 10 de julio de 2009

En el refugio de los sueños: Tertulias nocturnas

Es verano. Es de noche. Hay suerte, hoy no sopla el viento de nuestro páramo. Así recuerdo aquellas largas noches de mi primera adolescencia. Los chicos estábamos en la calle hasta las tantas, que decía nuestra madre: "el niño estuvo ayer en la calle hasta las tantas". Debajo de casa había un bar, de hecho aún existe y con el mismo nombre aunque haya cambiado de dueño varias veces. El Pozano se llama. Eladio su primer propietario era de Poza de la Sal, pueblo burgalés cuya principal industria es la extracción de sal de las pozas salinas. Poza está a cien kilómetros del Cantábrico, pero hay salinas y muy apreciadas. El recuerdo que tengo de Eladio es el de un hombre rechoncho, bajito, de pelo blanco. Le recuerdo mayor,seguro que no lo era tanto por aquellos años. Y le recuerdo sentado en aquellas noches de estrellas (sí, se veían las estrellas) en la típica silla de madera de los bares a horcajadas; apoyaba los brazos en el respaldo de la silla y se sentaba al revés de ¿lo correcto? A mí aquella postura siempre me pareció más cómoda. Los tertulianos, en ocasiones también estaba mi padre, adoptaban la misma postura. No faltaban los porroncillos de vino, la imagen es de vino blanco, y hablaban durante dos o tres horas. Por la calle de Madrid y de la Plaza de Vega, jugábamos con los chamarileros, que así llaman a los habitantes de esta plaza. Se vivía en la calle. La charla y las risas no importunaban a los vecinos que con las ventanas abiertas deseaban dormir. Sabían que estas tertulias nocturnas duraban pocos días; el verano siempre ha sido corto en mi tierra, muy corto: "De Santiago a Santa Ana" dicen irónicamente los mayores. ¡Qué sabios con los jodidos! Suerte que ya me voy acercando. Yo no sé de que hablarían aquellos hombres, pero lo pasaban bien. Mujeres no recuerdo que hubiera. Aquí también llegaba la hora del hermano Castresana, el del silbato, sólo que entonces eran las madres las que nos gritaban desde el balcón para que subíeramos a casa que ya habían pasado las tantas. Cuando me hice hombre me marché de aquella calle, de aquel barrio, y es curioso porque estas tertulias desaparecieron de pronto, pero el destino me llevó a revivirlas, ya como protagonista, en el pueblo de mi esposa. Allí continuan vivas, y además las mujeres también participan. Lo que no ha cambiado es lo del porroncillo, aunque ahora suele ser de vino tinto y además ahora lo pruebo. Y es que la edad va poniendo las cosas en su sitio. La hora de las tantas para los chiquillos en los pueblos y en verano es la una de la madrugada.

3 comentarios:

  1. Eso eran veranos Rafa. Yo, algunos de esos los vivi en Medina de Pomar (no lo del vino sino estar en la calle) Y tambien recuerdo haber ido a Poza de la sal en excursión familiar a comer chuletas de cordero. Bonitos recuerdos
    Un abrazo

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  2. Ahora, el vino lo tomamos en copa, pero las tertulias siguen existiendo, y aún nos quedamos hasta las tantas. Pero, cuendo pasan las tantas el vino se asusta y se convierte en acojonada.
    Beso.

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  3. Sr. Bartolomé:

    Estoy escrbiendo un libro sobre la infancia de Felix Rodriguez de la Fuente que recrea y ambienta lo que se vivia en Poza de la sal (Burgos) en los años 30 y 40. ¿"El pozano" estaba en Poza?, o en otro sitio? Si es en otro sitio, ¿le hablba de Poza? Quisiera recoger hasta los mas minimos dealles, por pequeños que a vd. le puedan parecer. Por favor, póngase en contacto conmigo al 93 420 44 40 o a: proyectofelix@yahoo.com

    gracias,
    Miguel Pou

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