lunes, 6 de julio de 2009

La columna

¡Qué envidia! Que envidia me producen algunos columnistas. Día tras día plasman sus impresiones sobre los acontecimientos que ourren en el mundo, sin el menor atisbo de pereza o de falta de ideas. Cogen cualquier tema y ¡hala a escribir como quien no quiere la cosa! Con lo que a uno le cuesta enhebrar dos frases seguidas. Cuando esto me sucede, que es la mayoría de las veces, me acuerdo de la canción de Serrat y me quedo mirando a las alturas.
Los últimos sucesos: Garoña, el cese de los espías, los trajecillos del Gürtel, la exhibición de los gays... No, si temas ya lo creo que hay para hablar de ellos a lo largo del verano. Algunos parecen no ir a terminar nunca. Sin ir más lejos, hoy, en un diario nacional, continuaban hablando del 11-M. No se cansan. La guinda: la presentación de Cristiano, incomparablemente más numerosa y lucida que la de KK. ¡Florentino, a ver si estás otra vez metiendo la patita, que no sería la primera vez! Pobre Albiol, también. Lo dicho que no hay temas para comentar que estén magreados hasta la saciedad. Y yo que quería hablar hoy de amor..."y no se me ocurre nada" como en la canción.
Bueno sí, siempre recordaré aquella piel morena a la que besé por primera vez. Aún no se ha disipado el sabor de sus labios a manzanas verdes. Tuve suerte: la primera chica a la que besé de verdad sigue siendo hoy mi compañera de viaje. De aquellos y estos amores surgió este pequeño poema, para mí entrañable, y que a menudo me gusta recordar:
"Me encanta
sentir tu cuerpo dócil
entre las sábanas.
Y me encanta
verlo salir desnudo
de nuestra cama.

Me encanta
tu cara somnolienta
y tus brazos caídos,
buscando
aún sin rumbo
tu precioso vestido.

Y ese paso lento
que tienes al despertar
también me encanta,
como me encanta
el olor a café
que llena toda la casa.

Me encanta
desperezarme poco a poco
y verte de nuevo
allí en el baño,
y rodearte con mis brazos
frente al espejo.

Me encanta
tu complicidad
en tantas cosas.
Como aquella vez
que me ayudaste
a robar un ramo de rosas.

Recuerdas: salimos corriendo
regando de pétalos la acera.
¡Eran para ti, mi amor!
Y tú las regalastes
a modo de sonrisa.
¡Cómo me encanta
tu risa!

3 comentarios:

  1. Genial Rafa, no hace falta ser columnista para escribir cosas tan cercanas y entrañables, que al final son las que quedan. Esa forma de ver la vida si puede generar envidia.

    Un abrazo

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  2. Gracias Fernando por tus contínuas muestras de apoyo. Un abrazo

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  3. ¿Que no eres columnista? ¿Y que es lo que haces escribiendo todos los días en tu blog? Esto es mejor, aunque no te paguen.
    Precioso poema. Gracias. Beso.

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