miércoles, 15 de julio de 2009

De fiestas y princesas.

Fue el pasado sábado, once de julio. Hacía calor, más de lo acostumbrado por estos lares. Fuimos a la villa de Covarrubias, al sureste de la provincia de Burgos. Covarrubias alardea de su pasado en sus casas de origen medieval; aún se conserva la de Doña Sancha. El Conde Fernán Gonzalez, allá por el 950 construyó una muralla y un torreón defensivo para evitar las acometidas de los árabes. Covarrubias se convirtió así en villa de protección de Castilla. El nombre de la población procede del topónimo cueva y del terreno arenoso donde se ubica. Bordeada por el río Arlanza y en su lecho, se sitúa protegida y arropada por montañas que evitan el frío viento del norte. Esta privilegiada situación geográfica incide en que en esta zona exista un microclima único. El valle produce vinos de calidad, pero su producto agrícola más deseado es la cereza.
Y coincidimos con la fiesta de la recogida de las cerezas. Íbamos de bautizo y nos encontramos con una preciosa fiesta medieval. Es digno de ver como los lugareños visten sus casas, que siguen conservando la típica construcción medieval, de entramados de madera vista y adobe, al más puro estilo de la época. Banderines, pendones, oropeles... todo es poco para adornar la villa. Esta fiesta, que viene de lejos, constituye una actividad turística de ámbito nacional. La población estaba abarrotada de curiosos con sus cámaras digitales que contrastaban con los puestos de ventas de cerezas y otros productos típicos de la zona; puestos que, junto a los que ofrecen sus mercancías, se mimetizaban con el entorno. Lo más sorprendente, curioso si se quiere, son las vestimentas que lucen la mayoría de los lugareños. Cientos de personas se atavían con prendas de aquellos años cercanos al mil. Grupos de soldados, con escudos y lanzas (fue curioso ver como uno de ellos sacaba dinero de un cajero de la caja de ahorros), caballeros en sus monturas... Y pincesas, muchas princesas. ¿No había prebeyas en aquellos años? Curioso. Las princesas "reinaban" por todos los lados. Supongo que a todos, cuando nos disfrazamos, nos gusta hacerlo de aquello que sabemos que nunca seremos pero que nos gustaría haber sido. Especialmente a las mujeres.
Fue una agradable coincidencia acudir a la fiesta popular de Covarrubias. La bota corrió de mano en mano. El sabor del vino, un poco agrio por el calor, poco importaba. La camadería reinaba. Quizás en aquellos años fuera así. Envidia da suponerlo.

3 comentarios:

  1. Buen post Rafa. Aunque dudo mucho que en esa época reinase la camaradería. Buena observación la de que las mujeres querían ser princesas.
    Un abrazo

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  2. Por eso los hombres se disfrazan siempre de mujeres y se maquillan como "pendones desorejaos". Beso.

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  3. Gracias Fernando por estar siempre ahí. Y a ti Susana ya te cogeré, ya.

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