jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Por qué?

Siempre lo he pensado. No es algo que se me haya ocurrido en este momento. ¿Por qué los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor? ¿Qué nos empuja a actuar de una u otra manera?
Me refiero a los hombre y mujeres en general. A lo largo de la historia han existido personas, que por su talento o por su trabajo, han sobresalido de las demás. Científicos, escritores, pintores, artistas... Sí, esas personas son lo excepcional, y lógicamente no abundan. Pero me refiero a esas otras personas que hacen del día a día una forma de vida. ¿Dónde hay mayor ternura: en una pincelada de Miguel Ángel o en la mano de la madre que acaricia el pelo de su pequeño? ¿Quién está más cerca del abismo: el alpinista a punto de coronar un ocho mil y que se halla colgado de una pared vertical o el anciano que apenas tiene fuerzas para sujetarse y se tambalea en cada paso que da? Claro, todo son conjeturas. Hay seres buenos, honestos, y les hay todo lo contrario: abyectos.
¿A qué se debe?: a la educación recibida, al entorno social o cultural. Lo que me conmueve es que el ser humano a lo largo de la historia ha sido capaz de generar belleza, enorme belleza: música, pintura, escultura, arquitectura... y al mismo tiempo también ha sido capaz de ocasionar destrucción, guerras, hambre... ¿Por qué?
No es la norma que una misma persona sea capaz de lo mejor y de lo peor.
Hace tiempo leí una historia que me conmovió y que aún recorre por mi cuerpo un escalofrío aterrador cada vez que regresa a mi cabeza: "En la guerra de la antigua Yugoslavia, un soldado, no sé si serbio o croata -da igual y prefiero no recordar ese detalle-, estaba tomando un plato de sopa a la puerta de una casa que un vecino, del otro bando, le había dado. Se acercó un niño hacia él y sin mediar motivo (que podía importunarle un niño) le golpeó brutalmente con una de sus botas en la cabeza ocasionándole la pérdida de un ojo. Ese niño se había acercado a aquel soldado porque le conocía: era su vecino en época de paz. Seguro que aquel soldado había jugado numerosas veces con él y le habría acariciado en más de una ocasión. ¿Qué le impulsó a aquella salvajada? ¿Por qué lo hizo?
Dicen que si no hay solución es porque no hay problema. Será por eso que a veces no nos paramos a mirar a nuestro alrededor y nos contentamos con lo que tenemos más cercano.

1 comentario:

  1. desgraciadamente, pienso que tiene que existir el bien para conocer el mal y viceversa, y doy gracias a quien sea, que mi entorno cercano es el bueno, esperando que se multiplique a mas entornos y se extienda, de momento lo tuyo ayuda a que muchos se lo planteen, es una buena forma de empezar
    abrazos

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