Once de julio de mil novecientos sesenta y seis. Tengo dieciocho años. Hoy voy a conocer a la que será mi esposa.
Antonio y Milagros vienen hacia el lugar donde me encuentro aquella tarde en la que tengo prisa. No vienen solos, les acompaña ella. La chica más guapa que yo había visto nunca. Milagros es su íntima amiga; aún lo sigue siendo e imagino que ya para siempre; Antonio sin embargo pronto desapareció de nuestras vidas, los estudios le alejaron de nuestra ciudad y el tiempo hizo el resto. Aquel verano Antonio y Milagros tontean el uno hacia el otro. Me presentan con un escueto: “aquí Mari Feli, aquí Rafa”. Yo sólo tengo ojos para ella, su cara es perfecta; no se puede ser más guapa a los quince años. El tiempo no hará sino acrecentar su belleza; con Paulette Goddard, la que fuera mujer de Charles Chaplin la llegaron a comparar, y no son palabras vanas. Pero como escribía un poco más arriba, aquella tarde tengo prisa: comienza el campeonato mundial de fútbol en Inglaterra. Ese día es la inauguración. Se enfrentan Inglaterra y Uruguay. Yo no quiero perdérmelo, y, aunque tengo ante mí a aquella maravillosa criatura, soy torpe y me despido. Creo que dije más o menos: “hoy no puedo si queréis nos vemos mañana”. Aún no entiendo como pudo llegar alguna vez aquel “mañana”, pues lo único que me merecí con mi comportamiento fue el despido de la sociedad en la que vivía. Creo que fue el primer error que me perdonó aquella chica; luego vendrían más.
Han pasado cuarenta y cuatro años: hoy es once de julio del dos mil diez. Hoy España se ha proclamado campeona mundial de fútbol venciendo a una desconocida, por su dureza extrema, Holanda. Uno a cero ha sido el resultado final. Hoy he sido inmensamente feliz
Hoy hemos acabado de grabar un corto sobre el amor. Nicolás, el director del film y novio de nuestra hija, es de descendencia uruguaya. La pareja del cortometraje hemos sido aquella muchacha que conocí hace tanto tiempo y yo. Nicolás me ha hecho correr. No quiero desvelar la trama, pero para mí ha significado el poner fin a toda una vida dedicada a correr, hacer footing creo que lo llaman ahora. Una lesión de cadera me ha condenado a no poder practicar ya este deporte. No podía tener mejor corolario a esta actividad que he practicado con tanto placer durante tantos años. Nicolás, uruguayo, que sepas que me has hecho el hombre más feliz del mundo, en este día, cuarenta y cuatro años después, en el que se ha juntado todo.
La vida a veces escribe los mejores guiones. Un guión que comenzó aquel lejano once de julio en el que jugaba Uruguay y que haya sido un uruguayo el que me haya hecho tan feliz no puede ser una casualidad.